Arte nacionalsocialista

Adolf Hitler visitó el París ocupado rodeado de un selecto grupo de artistas nazis: Albert Speer, Hermann Giesler y Arno Breker. También aparece en la foto Martin Bormann. 30 de junio de 1940.
Die Partei (El Partido), Arno Breker.
Pabellón de Alemania en la Exposición Internacional de París de 1937, Albert Speer.

El arte del Tercer Reich o arte nacionalsocialista, el arte aprobado oficialmente y producido en la Alemania nazi entre 1933 y 1945, se caracterizó en las artes plásticas por su carácter monumental, su propósito propagandístico hacia el gran público al que iba dirigido (las masas), su realismo y su seguimiento de modelos del arte clásico; todo lo cual ha permitido definir su estilo con las denominaciones de realismo heroico y realismo romántico.

Hasta la ascensión al poder del nacionalsocialismo existía en Alemania un arte considerado «moderno» o, más bien, como propiamente revela la esencia de este término, un arte diferente cada año.

Pero la Alemania nacionalsocialista exige un arte nuevamente «alemán», y ese debe ser y será, como todos los valores creativos de un pueblo, un arte eterno.

Si en vez de eso se revelase falto de tal valor eterno para nuestro pueblo, ya hoy mismo resultaría carente de un valor superior.
Discurso de Adolf Hitler en la inauguración de la Große Deutsche Kunstausstellung (Gran Exhibición de Arte Alemán), Múnich, 1937.[1]

Mientras se prohibían los estilos más sofisticados y elitistas propios del arte moderno o arte contemporáneo, denigrados bajo la calificación de «arte degenerado» (Entartete Kunst), los nazis promovían pintura y escultura que se ajustara estrictamente al gusto convencional o tradicional y que exaltaran los valores de sangre y suelo (Blut und Boden: pureza racialmito ario, nordicismo, eugenesia—, militarismo y obediencia).[2]​ Temas favoritos eran la representación de tipos populares (Volk) trabajando en el campo, la vuelta a las virtudes simples del amor a la patria (Heimat), las virtudes de la lucha nazi (Kampf) y la loa a las actividades consideradas propias de la mujer en los espacios a los que tradicionalmente se la restringía: niños, cocina, iglesia (Kinder, Küche, Kirche).

De forma similar, se esperaba de la música que se ajustara a los cánones de la tonalidad y se librara de la influencia del jazz; con ese propósito se censuraban discos y películas, y se reprimía a sus jóvenes seguidores (Swingjugend). Al igual que en las artes plásticas, se definió oficialmente una «música degenerada» (Entartete Musik) y se establecieron instituciones garantes de la pureza de la música alemana (Reichsmusikkammer y Reichsmusikprüfstelle).[3]

  1. Voelkischer Beobachter, 19 de julio de 1937, citado en Arte totalitario, antes y durante la guerra. Texto completo del discurso.
  2. The Doctrine of Blut und Boden Archivado el 27 de abril de 2007 en Wayback Machine.; fuente citada en Blood and soil.
  3. Michael H. Kater, The Twisted Muse: Musicians and their Music in the Third Reich (1997). Alan E. Steinweis, Art, Ideology, and Economics in Nazi Germany: The Reich Chambers of Music, Theater, and the Visual Arts (1993). "Degenerate" Music in Nazi Germany.

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